Mi historia


Nací de madrugada el 9 de abril de 1961 en Bolzano, Tirol del Sur, Italia.

Mi infancia estuvo profundamente marcada por este lugar de los Alpes orientales que por sus características geográficas, históricas y políticas favoreció el encuentro de diferentes lenguas y culturas (Tres lenguas comparten la cooficialidad en el territorio: alemán, italiano y ladino) y, a la vez, obligó elegantemente a sus habitantes a  la división sociolingüística favoreciendo la existencia de mundos paralelos y separados, haciéndonos notar todo el peso de la diversidad lingüística.  En el recuerdo la lengua siempre fue una excusa para no hacernos sentir cómodos ni a los unos, ni a los otros.

 Quizás por esta razón la lengua y sus polifacéticos aspectos han sido objeto de interés a lo largo de mi vida. Recuerdo siendo adolescente buscar en la biblioteca pública una vieja gramática sánscrita y sorprenderme al leer las ocho declinaciones, el doble respecto al conocido alemán que lleva cuatro. Recuerdo haber deseado con toda mi alma aprender portugués a los 15 años y no encontrar ni maestro particular, ni academia, ni libros y  lograrlo tozudamente comprando discos de Chico Buarque De Hollanda, Tom Jobim y Vinicius de Moraes. Escuchándolos una y otra vez, conseguí distinguir en el continuum inicial, palabras aisladas, luego busqué significados, comprensión más amplia y uso de la lengua. Me recuerdo a mí misma a los 16 años, descubriendo en Viena el Esperanto y creyendo en la comprensión humana a larga escala, una especie de Torre de Babel a la inversa. Me  recuerdo divirtiéndome  leyendo a Carlo Goldoni en dialecto véneto, la lengua de mis abuelos maternos. Me recuerdo  a los 20 años leyendo poesía de Pedro Salinas (“La voz a ti debida”, “El alma tenías”, “No te detengas nunca…”) y enamorarme de la lengua española. Recuerdo a los 21 años aprender a escribir “Roberta” en árabe en Londres. Recuerdo a los 24 años, leer en holandés, en los jardines de la Sagrada Familia en Barcelona, también desenvolverme con el español en el trabajo y más tarde con el catalán. Recuerdo entusiasmarme con la asignatura anual de euskera en la Universidad de Barcelona. Me veo en toda mi torpeza pronunciando el alfabeto arameo, memorizando abgad- hewes- helti- kelman-sapas-quershat y escribiendo de derecha izquierda como una niña feliz al leer su primer escrito.

La pastelería también me fascinaba: de 12 a 20 años probé toda clase de recetas de la pastelería austriaca e italiana y trabajé en la mejor pastelería de la ciudad vendiendo helados y pasteles.

Acabados los estudios obligatorios a los 14 años tenía claro lo que quería seguir estudiando: las lenguas y el dibujo. Como primera opción escogí el liceo artístico, como segunda el liceo lingüístico. Mis intereses  no coincidían con los de mi familia, de manera que me matriculé en una escuela árida, práctica y aburrida, el “Instituto Tecnico Commerciale” que te preparaba para ser contable (“ragioniere” in italiano) y, si querías, favorecía el acceso universitario a la facultad de Economía.

En 1985 conseguí mi primer título, el de “Ragioniere” con el cual ya me podía ganar la vida. Comencé los estudios universitarios de “Economia e Commercio”, turno de noche, y empecé a trabajar en la empresa de mi padre. Hacía de contable y lo ayudaba en la producción de mermelada en la fábrica que acababa de construir.
Me quedé dos años en la fábrica en espera de aclarar mis tendencias profesionales. Me costó  mucho entender cuál era mi vocación; me gustaban cosas tan dispares como los tejidos, la escultura, la pastelería, las lenguas, el dibujo, las matemáticas, la comunicación…que no podía decidirme. Tenía claro una cosa: me dedicaría a algo que tuviese que ver con las manos y el pensar. ¿Qué profesión sería esa? Una amiga de mi madre me sugirió la respuesta: fisioterapia. En 1982 conseguí entrar en la escuela de fisioterapia de Milán, cuyo director Silvano Boccardi, me trasmitió toda su pasión por la neurología y el tratamiento de los pacientes con lesión cerebral. Terminé los estudios en junio de 1985 tras unas prácticas clínicas en el hospital de Vicenza donde por primera vez entré en contacto con profesionales que aplicaban el Control Secuencial Progresivo (ahora Ejercicio Terapéutico Cognoscitivo), una nueva manera de trabajar en rehabilitación neurológica creada por el profesor Carlo Perfetti. Él fue quien me hizo entender y apreciar el valor de la cognición para modificar el cuerpo y la mente: el paciente con lesión cerebral no debía intentar moverse tras la lesión, sino tan solo sentir, percibir, notar.¡Genial!

Recién titulada decidí irme a Brasil para conocer otro país y otra lengua. Traté de buscar ofertas de trabajo en ese país, pero los intentos fallaron y me quedé con una oferta de trabajo de chica “au pair” en Barcelona, España. Llegué a la ciudad condal en octubre del 85, asignada por una agencia, a una familia peculiar: debía encargarme de cuidar a cuatro hermanos de origen italiano, cuya madre adoptiva acababa de fallecer. Estaban bajo la custodia de un señor belga, amigo de la madre, que los acababa de acoger. Durante cuatro años me quedé con esta familia en Alella compaginando las labores del hogar con mis compromisos laborales como fisioterapeuta (Trabajé en el hospital de Bellvitge, Intituto Guttmann, Mútua Metalúrgica, IRITEB).

En 1989 me trasladé a Barcelona donde volví a interesarme por el método del profesor Perfetti con la intención de profundizar en él. Con el tiempo este interés inicial se transformó en la dedicación profesional de toda mi vida: la recuperación de las lesiones del sistema nervioso central, en especial las que cursan con sintomatología motora y del lenguaje, utilizando los procesos cognitivos del paciente (contra la corriente tradicional que usa reflejos y métodos neuromotores derivados de la psicología conductista).

En 1992 tuve a mi primer hijo Daniel y en el mismo año empecé a estudiar logopedia interesada por la recuperación del paciente afásico. Acabé la carrera con poca satisfacción, ya que seguía sin compartir con la tradición, los principios de recuperación del lenguaje tras una lesión cerebral.

En 1993 me ofrecieron un trabajo en el Hospital General de Catalunya por mis conocimientos específicos en la recuperación de las lesiones cerebrales y participé en la  Unidad de Traumatismo Cranioencefálico recién creada en el Hospital.
 El 20 de junio de 1996 nace mi segundo hijo, Mikel y se inicia  mi carrera docente.
En 1997 me invitaron al congreso Nacional de Fisioterapia en Toledo para exponer a los profesionales españoles el método del profesor Perfetti. Comenzó aquí un camino nuevo, rico en experiencias y compromisos que me llevó en 1999 a ingresar en la “Universitat Internacional de Catalunya” para diseñar el programa de la asignatura troncal de fisioterapia neurológica y para impartirla durante los siguientes diez años.

Empujada por la necesidad de una licenciatura (a los docentes universitarios de fisioterapia se les aconsejó tener una titulación superior) me matriculé en Lingüística en la “Universitat de Barcelona” donde compaginé durante años el estudio, el trabajo, la casa y los hijos hasta licenciarme en junio de 2007.

Cansada del ritmo de vida barcelonés me mudé a la ciudad de Vic en agosto del mismo año consiguiendo una suplencia en la facultad de fisioterapia de la “Universitat de Vic”. Abrí una consulta de fisioterapia y logopedia y seguí estudiando.
En 2008 acabé el curso de Neuropsicología on-line presentando una monografía final sobre “Alteraciones cognitivas en el paciente con hemiplejia por AVC” (se presenta aquí en la sesión de artículos).

Al final de 2008 intuí que en el mundo sanitario debía trabajar alguien con la misma filosofía que yo (perspectiva neurocognitiva), pero ocupándose de la visión. Descubrí así al Dr. Robert Sanet optometrista americano y promotor de la terapia visual. Tuve la suerte de ser admitida en el Master de Terapia Visual impartido por él y organizado en la “Escola Universitària d’Òptica i Optometria” de Terrassa entre 2009 y 2010. Pude integrar los conocimientos sobre el sistema motor y lingüístico a los del sistema visual.

El resultado es una interesante visión de corte neurocognitivo que facilita la comprensión de muchas patologías del sistema nervioso central como del aparato músculo-esquelético.
Esta perspectiva hace énfasis en el individuo. Considera sus palabras como indicios preciosos para relacionar los datos objetivos, recogidos en la exploración clásica, con los datos subjetivos. El paciente es único y no siempre su caso coincide con lo que dicen las estadísticas. En definitiva, motivo a los pacientes para que puedan recobrar un sentido para la acción a través de su cuerpo, su visión y su lenguaje.
Este es mi trabajo.







Docente reconocida por AIDETC (Accademia Italiana Docenti Esercizio Terapeutico Conoscitivo)

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